Este dance que se celebra en el mes de septiembre de cada año se menciona ya en documentos del siglo XVIII, en la inauguración de la ermita barroca de la Virgen de Vega, situada en la localidad de Alcalá de la Selva, en la provincia de Teruel.

Los días en los que se representa el dance, son el 8 de septiembre en honor a la advocación mariana de la Virgen de la Vega, que tiene mucha devoción entre los municipios de la rama oriental de la parte sur del Sistema Ibérico, en las sierras turolenses de Gúdar y el Maestrazgo y las sierras interiores de las provincias de Castellón y Valencia. En esta zona, eminentemente ganadera durante siglos, existe una estrecha relación entre los pueblos y el hábitat disperso de las masías, alimentada por el fenómeno de la trashumancia entre las montañas y las costas de Tarragona, Castellón y Valencia. El sostenimiento del santuario mariano dedicado a la Virgen de la Vega, lo lleva a cabo una hermandad formada por los municipios de Valdelinares, Gúdar, Linares y Alcalá de la Selva. Los dos primeros municipios, entre los tres con su casco urbano situado a más altitud en la Península Ibérica. También se representa el dance en la localidad de Alcalá de la Selva el día 9 de septiembre de cada año, en honor a San Roque.

El dance tiene tres partes bien diferenciadas. La primera de ellas consta de once mudanzas en las que ocho danzantes, niños y niñas en edad de hacer la primera comunión, bailan en coreografías con referencias guerreras, agrarias, de sacrificio y de celebración, con el uso de palos, coberteras o pequeños escudos, espadas, cintas de colores, arcos de flores, arados, almireces y castañuelas. Lo hacen acompañados de tres personajes conocidos como “los graciosos”, que actúan a modo de bufones y son los protagonistas de la segunda parte del dance. En esa segunda parte, “los graciosos” representan una obra de teatro de carácter cómico, en la que al final se realiza una parte conocida como “las loas” en la que se explican algunos acontecimientos graciosos que ocurrieron en la localidad a lo largo del año y se aprovecha también para lanzar alguna crítica que no dice el actor, sino “el gracioso”. La tercera parte del dance es una morisma, que consiste en el enfrentamiento dialéctico y físico de dos embajadas de moros y cristianos, montados a caballo. Esta parte se conoce como “la embajada” y existen varias versiones de la representación teatral que se van alternando con los años. Para ver esta parte tendrán ustedes que visitar Alcalá de la Selva el proxímo 8 de septiembre, ya que no nos cabían los caballos en el autobus.

El dance de Alcalá de la Selva es un dance vivo, que se representa cada año desde hace al menos doscientos años, que sale del pueblo sin que lo sostenga ninguna entidad formal y en el que por eso cada año cambian las personas que lo representan, a excepción de los maestros de cada parte, que aprenden de sus predecesores y transmiten el dance de forma oral a las nuevas generaciones.

Los músicos que acompañan al dance son los Dulzaineros de Alcalá de la Selva, que recuperaron hace unos años el sonido tradicional del dance, después de que durante un periodo de tiempo se encargase de la parte músical, componentes de la banda de música de la localidad, con otros instrumentos, como clarinete y saxofón. En las melodías que interpretan se pueden rastrear fragmentos de canciones populares e himnos como “la Marsellesa”, que el tiempo ha ido dejando en nuestras partituras.

Información proporcionada por el Ayuntamiento de Alcalá de la Selva

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